Hoy plataformas como whatsapp, instagram, facebook se cayeron. Incomunicados, muchos voliveron a los sms. Es la paradoja de estas ideas de Umberto Eco:
TELEFAX OCUPADO
El telefax es en verdad un gran
invento. Para quien todavía no lo sepa, se coloca adentro una carta, se marca
el número del destinatario y en pocos segundos ésta lo recibe. Y no sólo una
carta, sino también dibujos, planos, fotografías, páginas de cálculos
complicados que no pueden dictarse por teléfono. Si la carta va a Australia, el
precio de la transmisión es equivalente al de una comunicación intercontinental
telefónica de igual duración. Si la carta va de Milán a Saronno, es lo mismo,
en términos de teleselección. Calcúlese que una carta de Milán a París, en
horas nocturnas, cuesta más o menos mil liras.
En un país como Italia, donde el
correo por definición no funciona, el telefax resuelve todos los problemas.
Otra cosa que la gente común no sabe es que uno puede comprarse un telefax ara
tenerlo en su dormitorio o para llevarlo de viaje, por una suma accesible.
Digamos por un millón y medio o dos millones. Mucho si se trata de un capricho,
poco si la actividad personal obligar a mantener correspondencia con muchas
personas y en muchas ciudades.
Pero lamentablemente hay una ley
inexorable de la tecnología: cuando los inventos mas revolucionarios se vuelven
accesibles a todos, dejan de ser accesibles. La tecnología tiende a ser
democrática porque promete a todos las mismas prestaciones, pero funciona
únicamente si sólo la usan los ricos. Cuando la usan los pobres tiende a
declinar
Cuando un tren empleaba dos horas
para llegar de A a B, apareció el automóvil, que cubre la distancia en una
hora. Por eso costaba muchísimo. Pero apenas fue accesible a las masas, las
rutas se atascaron y el tren volvió a ser más rápido. Pensemos qué absurdo es
apelar al uso de los medios públicos en la era del automóvil, pero con los
medios públicos, aceptando no ser privilegiados, llegamos antes que los
privilegiados.
En cuanto al automóvil, para que
alcanzase el punto de colapso, se requirieron decenios y decenios. El telefax,
más democrático (en efecto, cuesta menos que un automóvil) alcanzó el colapso
en menos de un año. El correo ya resulta más rápido. Efectivamente el telefax
estimula las comunicaciones. Si antes uno estaba en Molfetta y tenía un hijo en
Sydney, le escribía, le escribía una vez por mes y le telefoneaba una vez por
semana. Ahora, con el telefax, uno puede mandarle instantáneamente la primera
foto de la primita recién nacida. ¿Cómo resistir a la tentación= Además, el
mundo está habitando por personas, en número creciente, que quieren decirnos
algo que no nos interesa: cómo hacer una mejor inversión, cómo adquirir un
objeto, cómo hacerlos felices enviándoles una asignación, cómo realizarnos
completamente participando de una reunión que mejorará nuestra profesionalidad.
Todas estas, en cuanto saben que
tenemos un telefax, y
desgraciadamente existen guías, entrarán en competencia ara enviarnos, a costos
soportables, mensajes no solicitados.
El resultado es que uno se acerca por
la mañana al telefax y lo encuentra hundido en mensajes que se han acumulado
durante la noche. Naturalmente uno los tira sin leerlos, pero si entre tanto un
íntimo quería decirnos que hemos heredado diez mil millones del tío de América,
pero que tenemos que ver a las ocho a un notario, ha hallado la línea ocupada y
el mensaje no ha sido recibido. Si esa persona tiene que encontrarnos, debe
hacerlo por vía postal. El telefax se está convirtiendo en el canal de los
mensajes irrelevantes, así como el automóvil se está convirtiendo en el medio
para los traslados lentos, para quien tiene tiempo que perder y quiere
permanecer largamente en largas colas escuchando a Mozart o a Sabrina Salerno.
¿Cómo reaccionar? Yo he pensado en
hacer imprimir papel encabezado con el mensaje "fax no solicitado será
automáticamente arrojado al ceso" pero no creo que baste. Si puedo darles
un consejo mantenga el telefax desconectado. Si alguien debe enviarles algo
tiene que llamar por teléfono y pedirles que lo conecten. Pero esto podría
abarrotar las líneas telefónicos. Sería mejor si quien debe mandarnos un fax
nos escribiese. Luego responderemos diciendo "envía tu mensaje por fax el
lunes a las cinco, cinco minutos y veinte segundos, huso de París, cuando
conecto el aparato únicamente por cuatro minutos y treinta y seis
segundos". Pero entonces ¿para qué tener un fax?